50.
La 33
La 33 – 2004
A principios del siglo XXI, la salsa se convirtió en el territorio de aquellas leyendas vivas lo suficientemente fuertes como para mostrar su arte frente a sus fanáticos. Pero la música tropical florecía en manos de músicos jóvenes, y la necesidad de nuevas voces se hizo presente. La 33, procedente de Bogotá, llegó justo a tiempo a llenar ese vacío. Liderado por los hermanos Sergio y Santiago Mejía, el querido debut del grupo brilla por su respeto a los principios del swing. Las propulsivas notas del bajo en el puente de la impresionante ‘Soledad’ llenarán de orgullo el alma de cualquier salsero que se respete.
47.
Guayacán Orquesta
Sentimental de punta a punta – 1991
Tras cuatro discos con el Grupo Niche —la mítica orquesta que fundó junto a Jairo Varela—, el multinstrumentista Alexis Lozano abandonó el barco y se lanzó al estrellato en solitario. Con un espíritu similar a Niche, y bendecido con la brillantez compositiva de Nino Caicedo, Guayacán se aventura en sensaciones más suaves, como los arabescos de pop latino que le dan un aire exótico a temas como ‘Te amo, te extraño’. ‘Oiga, mire, vea’, con su implacable ritmo de cencerro, se convirtió en un himno no oficial de la fiesta caleña. ‘Invierno en primavera’ encarna el don de Colombia para mezclar una salsa romántica de ensueño con los ritmos más enérgicos.
18.
Joe Arroyo y La Verdad
Musa original – 1986
Cada vez que la policía hacía una redada en el burdel de Cartagena donde un adolescente Joe Arroyo cantaba por las noches, las prostitutas escondían a la futura leyenda de la salsa debajo de la cama. Estas coloridas experiencias, y la mezcla de sonidos que poblaba la ciudad costera colombiana en los 60, alimentaron la imaginación de Arroyo. Tras disfrutar del estrellato con el supergrupo Fruko y sus Tesos, Arroyo se lanzó en solitario en los 80 y desarrolló el “joe-son”, una juguetona fusión de salsa y calipso, cumbia, música africana y funk. No hay un solo momento tibio en toda su discografía: álbumes como Musa original están repletos de gasolina y miel. ‘Rebelión’, de su propia autoría, es posiblemente el momento más sublime de la salsa colombiana: una historia de esclavitud y rebeldía, con un solo cristalino del maestro del piano Chelito de Castro. La oda al amor ‘María’ y el tema carnavalesco que da título al disco son igual de enternecedoras.
14.
Grupo Niche
No hay quinto malo – 1984
Tal vez otros álbumes del Grupo Niche sean más elegantes (como Cielo de Tambores, de 1990), pero fue con este quinto LP con el que la orquesta colombiana reivindicó su lugar como faro de la salsa de los 80. Como creación del compositor Jairo Varela, el grupo ajustó los ritmos hasta el punto de quiebre, al tiempo que encontraba belleza en los coros de pop y los juegos de palabras picarescos (las notas descaradas del bajo y los coros nasales hacen que ‘Rosa’ sea adictiva). El momento decisivo de la banda, ‘Cali pachanguero’, se convirtió en un himno nacional: el puente de metales al final ofrece una de las melodías más emocionantes del género. En las décadas siguientes hasta su repentina muerte en 2012, Varela llevaría a su banda en un viaje salvaje a través de suspiros de salsa romántica, y luego apagaría las luces con ejercicios de baile del nuevo milenio de asombrosa claridad y precisión.
10.
Fruko y sus Tesos
El grande – 1975
¿Cuál fue la contribución de Colombia a la salsa? Una splash de colores, montones de ternura y una cucharada de azúcar morena. Muchas orquestas florecieron en los estudios de grabación de Discos Fuentes, con sede en Medellín (el único competidor legítimo de Fania en el reino tropical), pero solo Fruko y sus Tesos alcanzó el estatus de superestrella gracias a la fuerza del multiinstrumentista Fruko y al talento versátil de los cantantes Joe Arroyo y Wilson ‘Saoko’ Manyoma. Se trata de salsa de la más alta intensidad, completamente psicodélica en ‘Flores silvestres’, profundamente conmovedora en los recuerdos de infancia de ‘Manyoma’, y lista para canalizar a James Brown en la frenética ‘Confundido’. ‘El preso’ es una proeza emocional y percusiva que pone su enfoque en los oprimidos en la tierra, es el lamento de un criminal que se queja de su condena de 30 años, abandonado a su suerte en una celda oscura y solitaria.
Fuente: rollingstone.com – Por Ernesto Lechner